Atilra bloquea a SanCor pretendiendo la llegada de fondos para el fideicomiso

Economía

Atilra bloquea a SanCor pretendiendo la llegada de fondos para el fideicomiso

La propuesta que acercaron Urtubey y Figueiras requiere del aval unánime de los socios para su aprobación final. El gremio busca acelerar los tiempos

Ni el espíritu navideño modifica las acciones más arraigadas de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra), ya que con las primeras horas del martes se presentó un bloqueo en todas las dependencias de SanCor.

Lo más llamativo para algunos fue la manifestación frente al Centro de Distribución que la Cooperativa tiene sobre la Panamericana en la salida de Buenos Aires por la presencia de manifestantes en el frente de esa instalación y la colectora. Sin embargo, todas las plantas y dependencias de la firma láctea están padeciendo las mismas alternativas.

Entre los trabajadores, que no pudieron asistir a sus puestos de trabajo, se comenta que en las próximas horas se levantaría la medida y que no es más que un método de presión a las autoridades de la Cooperativa.

El gremio atraviesa una interna que se intensifica con este planteo a SanCor, sobre todo por la necesidad de fondos, que no lo cubre siquiera el esquema de bonos extraordinarios que se gestionaron en la actualización de la paritaria. Por ejemplo, en Sunchales, la intención es ampliar las instalaciones del Centro Educativo Tecnológico, que hoy tiene un centro de convenciones, aulas y 14 habitaciones de hotel con un restaurante, y llevarlo a 60 habitaciones, pileta de casi 350 metros cuadrados, canchas de tenis y pádel.

Con el acercamiento de los “amigos del Gobierno”, que en un principio desagradó al gremio y disparó un paro nacional en octubre, ahora la expectativa es que se apure un proceso que está falto de sustento.

Supuestamente, la intención del bloqueo de hoy es “apurar” la convocatoria de una asamblea extraordinaria para que los socios tamberos aprueben la propuesta de un fideicomiso. Sucede que la intención carece de sustento.

Para que un fideicomiso se conforme es indispensable contar con fondos, que es una de las variables de las que carece hoy la intención de los empresarios ajenos al sector lechero, José Urtubey, presidente de Celulosa Argentina; Marcelo Figueiras, titular del Laboratorio Richmond; Gustavo Scaglione, titular de los medios La Capital de Rosario y Canal 3 del grupo Vila-Manzano; representados por el abogado Leandro Salvatierra y asesorados por Jorge Estévez, ex Mastellone y La Sibila, actual titular de Lácteos Santa Clara.

Además, todavía le falta a esta gente, muy incentivada por los ministros Kulfas y Domínguez, presentar una propuesta de trabajo que pueda develar qué es lo que quieren hacer con la cooperativa láctea. Incluso de dónde sacan el cálculo que los hace decir que necesitan 60 millones de dólares para trabajar con la cooperativa. Todavía no está clara la manera con la que superarían el millón de litros de leche, cómo manejarían a los trabajadores sobre los que sigue rondando el fantasma de los despidos, al menos en la mitad de la plantilla actual.

Atilra se apura. La exponen sobre todo con sus representados, mientras se complica la disponibilidad de fondos que este grupo pretende que entregue el Banco Nación. En un contexto de crisis profunda como el actual, ¿el banco oficial de la Argentina está preparado para aportar 60 millones de dólares a personas que quieren hacer una experiencia en un sector productivo que desconocen?

Lo que pasó hace poco, más de una semana, fue un inicio. No se firmó la conformación de un fideicomiso porque el dinero no está y ni siquiera se pudo proyectar ninguna acción dentro de la cooperativa. A diferencia de otros negocios, que supo armar o aceptar SanCor en otro momento, esta iniciativa está carente de proyectos y claridad.

En caso de conseguirse los fondos, de poder generar un contrato de fideicomiso, de tener una planificación para el crecimiento de la cooperativa, recién en ese momento el Consejo de Administración de SanCor debería evaluar la propuesta y pasarla a la consideración de una asamblea extraordinaria que debería contar con la aprobación unánime de sus socios.

Si el proceso pretende iniciarse así, incluyendo la violencia sindical y la paralización de la misma empresa que se pretende “salvar”, la perspectiva no es buena.